Ante las siguientes situaciones, hemos de evaluar las técnicas apropiadas, tener precaución y paciencia para estudiar cada caso clínico, estableciendo una comunicación contínua con los especialistas y médicos que sigan la evolución y patologías de cada paciente:
Sospecha de trastorno hemorrágico o sangrado.
Farmacoterapia anticoagulante sin una evaluación reciente del tratamiento.
Anomalías en la coagulación.
Enfermedades del tejido conjuntivo, congénitas o adquiridas, que comprometen la integridad del tejido.
Enfermedades metastásicas y/o reumatoideas, donde pueda haber un compromiso de la integridad de huesos, tendones, ligamentos o articulaciones.
Osteoporosis severa.
Fractura en fase aguda.
Hernias discales y protusiones en fase dolorosa.
Latigazo cervical en fase aguda.